Marcos Paz
Este Proyecto Educativo Pastoral tiene como finalidad orientar y comprometer a las instituciones educativas en la construcción de su Proyecto Institucional, teniendo como fundamento la contemplación de la Ley de educación Nacional 26206 y Ley de la Provincia de Buenos Aires 13688
Nuestro Proyecto se justifica para dar respuesta a las necesidades del contexto socio-cultural en el que vivimos y nuestros alumnos se desarrollan, siguiendo el carisma de la Madre Luján Sierra: “cristiana educación de la niñez y juventud”. Algunas de estas necesidades son la escasa formación cristiana, el incremento de familias desestructuradas, una sociedad secularizada e influida por los medios de comunicación. Cuando decimos cristiana decimos, trascendente, fundada en el amor a Dios, al prójimo, inclusiva, solidaria, pacifica, misionera.
Observamos que a medida que el niño crece asume más contravalores por lo que es necesario perseverar en la formación humano-cristiana. Esta misión de educar debe influir claramente en la realidad socio-juvenil actual para modificar:
Las Comunidades Educativas de las Hijas de Nuestra Señora de Luján, quieren ser presencia y testimonio de Jesucristo y de la Iglesia para cumplir con su misión evangelizadora, trabajando en la promoción integral de la persona humana, en el campo de la cultura y en el proceso de humanización de la sociedad. Esta definición es honda y permanente, porque surge del núcleo carismático que inspiró a la Madre MARIA DE LUJÁN SIERRA, fundadora de la Congregación. Es nuestra razón de ser fundamental e identificadora. Este núcleo vital y esencial debe encarnarse en un lugar y en un tiempo, la Argentina que ya transita la segunda década del siglo XXI. Razón de ser y encarnación confluyen en el Proyecto Educativo-Pastoral de la CONGREGACIÓN HIJAS DE NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN.
La educación es más cuestión de atmósfera que de enseñanza; es decir, una escuela católica no es tanto aquella en la que se enseña la doctrina católica junto a las demás materias, como aquella en la que todo es enseñado con un espíritu cristiano.
Debemos pasar de “tener” pastoral a construir comunidades en clave pastoral, porque en las Comunidades Educativas el esfuerzo pedagógico y el esfuerzo evangelizador se unen en un solo proceso de desarrollo integral animado por el Espíritu Santo.
Para ello, se considera prioritario desarrollar la apertura a la trascendencia y promover el desarrollo de una conciencia ética y política autónoma.
Una imagen de Dios cercana y visible, un mensaje en diálogo con la cultura y una espiritualidad encarnada, sencilla y sensible al sufrimiento humano, son las condiciones indispensables para poder anunciar, como permanente novedad transformadora, el Reino de Dios: el proyecto de plenificación personal y de hermandad universal soñado por Dios.
Las Comunidades Educativas de la Congregación estructuran sus propuestas pedagógicas y pastorales considerándolas medios privilegiados para formar en la fe. Procuran sembrar, desarrollar, fortalecer y hacer fecundo el espíritu cristiano en las personas.
Un colegio en clave pastoral integra el conjunto de la cultura humana con el mensaje de la fe, de modo que el conocimiento del mundo, de la vida y del hombre, que los alumnos poco a poco adquieren, sea puesto en diálogo con el Evangelio. Un desafío permanente para las Comunidades Educativas es recrear un auténtico diálogo e intercambio entre los contenidos y las prácticas de las diferentes disciplinas y la mirada evangélica que las enriquece.
La Catequesis en las Comunidades Educativas de las Congregación busca promover la opción personal por Jesucristo y la maduración de la vida cristiana en sus diferentes aspectos. Constituye un espacio privilegiado y habitual de anuncio y educación de la fe.
La fe del corazón conduce a la celebración. Por ello, son objetivos importantes de la acción pastoral, introducir en la experiencia de Dios y enseñar a rezar. La celebración de la fe debe estar bien integrada y motivada por la tarea catequística, pero también por la acción y la participación de todo el personal. La oración comunitaria culmina en las celebraciones litúrgicas y en la vivencia de los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, centro de nuestra vida espiritual.